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El agujero negro supermasivo de la Vía Láctea surgió a partir de la fusión de dos agujeros negros: estudio Naturaleza Aristegui

Investigadores de la Universidad de Nevada (Estados Unidos) aseguran que Sagitario A*, el agujero negro supermasivo que reside en el centro de la Vía Láctea, es producto de la fusión con otro agujero negro hace unos 9 mil millones de años.

  • Redacción AN / MDS
13 Oct, 2024 01:29
El agujero negro supermasivo de la Vía Láctea surgió a partir de la fusión de dos agujeros negros: estudio
Imagen: iStock

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Por Julio García G. / Periodista de Ciencia

Uno de los misterios que todavía prevalece, a pesar de los últimos avances en astronomía, tiene que ver con el hecho de cómo se forman los agujeros negros y por qué existen. Esos objetos del universo se caracterizan, entre otras cosas, porque curvan la estructura del espacio-tiempo (regiones específicas del universo, dependiendo de dónde se encuentre un objeto), a tal grado, que ni siquiera la luz, que viaja a unos 300,000 kilómetros por segundo, puede escapar.

Existen agujeros negros de diversos tamaños y los más grandes pueden ser hasta un millón de veces más masivos que el Sol. A estos inmensos “devoradores” de luz y de materia se les denomina agujeros negros supermasivos y, nuestra galaxia, la Vía Láctea, contiene uno en su centro.

Que la Vía Láctea contenga en su centro un agujero negro supermasivo, denominado Sagitario A*, pudo confirmarse en 2022 gracias a las observaciones realizadas por ocho radiotelescopios situados en varios países, los cuales trabajan al unísono y son parte del proyecto denominado Telescopio del Horizonte de Eventos (EHT, por sus siglas en inglés).

De hecho, en Puebla (México), en el Cerro La Negra, cerca del Pico de Orizaba, existe uno de estos radiotelescopios -el Gran Telescopio Milimétrico Alfonso Serrano– el cual ayudó a confirmar la existencia de Sagitario A*.

Gracias a la información recabada a lo largo de estos años por el EHT, ahora mismo los investigadores son capaces de interpretar dicha información con el fin de descubrir otras cosas relacionadas con el agujero negro supermasivo de la Vía Láctea.

Imagen del agujero negro supermasivo, Sagitario A*, obtenida por el Telescopio del Horizonte de Eventos. Imagen: EFE/Tratamiento AN. 

Por ejemplo, a principios de septiembre de 2024, dos astrónomos, Yihan Wang y Bing Zhang, del Centro de Astrofísica de la Universidad de Nevada (en Las Vegas, Estados Unidos), presentaron un trabajo de investigación en la revista Nature Astronomy en el cual plantean que, lo que hoy conocemos como Sagitario A*, en realidad es el producto de la fusión con otro agujero negro hace unos 9 mil millones de años (la Tierra tiene unos 4,500 millones de años de existir). Esto podría indicar que la Vía Láctea pasó por un momento de intensa actividad en el momento en que estos dos agujeros negros se fusionaron.

Evidentemente, no es posible viajar al pasado y atestiguar lo que sucedió hace millones de años, pero, en cambio, sí es posible observar en otras galaxias del universo lo que implica la fusión de dos agujeros negros, un fenómeno del que se sabe muy poco debido a las grandes distancias (de miles de años luz) que separan a una galaxia de otra (afortunadamente los astrónomos se las ingenian con los radiotelescopios y otros instrumentos para intentar obtener respuestas).

Además, gracias a la capacidad de procesamiento de grandes volúmenes de información que hoy poseen las computadoras actuales, es posible simular con gran exactitud lo que significa que dos agujeros negros se fusionen y las consecuencias que esto tiene para la materia y otros objetos -como estrellas y planetas- que se encuentren cerca de donde se está produciendo la fusión.

Por otro lado, para llegar a las conclusiones que presentaron en su artículo de Nature de septiembre, Yihan Wang y Bing Zhang realizaron exhaustivas mediciones de Sagitario A*, lo que dio como resultado que concluyesen que éste gira muy rápido y que, además, lo hace de forma un tanto desalineada con respecto al plano central de la Vía Láctea.

Representación artística del agujero negro supermasivo que se encuentra en la galaxia M87. Imagen: iStock.

Con estos resultados, pudieron concluir, por tanto, que Sagitario A* es producto del choque entre dos agujeros negros.

Además, se cree que los agujeros negros supermasivos van creciendo por dos causas principales: la primera es por la acumulación de materia a lo largo del tiempo y, la segunda,  por la fusión de dos agujeros negros.

Pero, ¿por qué razón se produjo esta fusión? ¿Cómo es que dos agujeros negros llegaron a encontrarse?

En una entrevista para el portal de internet SciTechDaily, Bing Zhang sostiene que “es probable que esta fusión se produjera hace unos 9,000 millones de años, tras la fusión de la Vía Láctea con la galaxia Gaia-Encelado”. También mencionó que “este acontecimiento no solo aporta pruebas de la teoría de la fusión jerárquica de agujeros negros, sino que también nos permite comprender la historia dinámica de nuestra galaxia”.

Respecto a la galaxia Gaia-Encelado, hoy se sabe que ésta, una galaxia enana, chocó con la Vía Láctea hace unos 9 mil o 10 mil millones de años; por lo que la hipótesis en torno a que Sagitario A* es producto de la fusión de dos agujeros negros, uno proveniente de Gaia-Encelado y el otro de la propia Vía Láctea, resultaría creíble.

Evidentemente, los astrónomos tienen todavía mucho trabajo de investigación por delante; porque descifrar lo que sucedió hace millones de años no es una tarea sencilla, aunque ya se hace gracias a las simulaciones por computadora, que reconstruyen el pasado.

Dos galaxias fusionándose. Imagen: NASA.

Pero, afortunadamente, en un futuro no tan lejano, los astrónomos tendrán herramientas cada vez más sofisticadas para intentar comprender los objetos del universo, y en especial los agujeros que tanta fascinación causan.

Por ejemplo, en 2035, tanto la Agencia Espacial Europa en conjunto con la NASA, planean poner el espacio una antena de Interferometría Láser, la cual tendrá como objetivo medir ondas gravitacionales.

Dichas ondas fueron predichas teóricamente por Albert Einstein en 1915 mediante su Teoría de la Relatividad General.

Se cree que estas ondas surgen a partir de eventos cósmicos muy potentes, como la fusión de agujeros negros, donde, literalmente, el espacio y el tiempo se deforman provocando ondas parecidas a las que aparecen cuando tiramos una piedra en un estanque.

En definitiva, las ondas gravitacionales podrían ayudar a los astrónomos a comprender mejor no solamente cómo y por qué se forman los agujeros negros, sino también por qué la estructura del universo es como es.

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