La vida como una máquina de producir recuerdos: 'Antes que nada', las memorias de Martín Caparrós 
Para el argentino para los verbos viajar, escribir y vivir son sinónimos existenciales.
- Redacción AN / HG

Por Marco A. Cervantes
En marzo de 2023, Martín Caparrós (Buenos Aires, 1957) fue distinguido por la Fundación Ortega y Gasset con el premio en la categoría Trayectoria. El premio reconocía el trabajo de uno de los cronistas más influyentes en el periodismo hispanoamericano contemporáneo. Vestido de absoluto negro, el argentino llegó a la ceremonia en una silla de ruedas. Desde hace meses no podía sostenerse de pie. En tono irónico bromeó: “perdonen por llegar así; pero no encontré lugar donde aparcar”.
Caparrós acaba de publicar, Antes que nada (Random House, 2024), un libro que recorre en tono memorioso su vida. El título establece la esencia de la obra; desde el primer renglón confiesa: “Me dijeron que me voy a morir…”. Esa declaración da sentido al texto. Para el novelista y periodista, la enfermedad neurodegenerativa incurable que le fue diagnosticada hace pocos años le hace pensar desde otro lugar el fin de la vida: la velocidad con la que avanza el padecimiento pareciera que le exige seleccionar urgentemente sus momentos biográficos indispensables.
Antes que nada es una exploración que intercala los recuerdos más nostálgicos con el presente: la niñez en Argentina, sus padres, la militancia política, las primeras lecturas, el exilio europeo. Pero también, el actual día a día en las aguas pantanosas de la enfermedad: la incertidumbre, el avance incontrolable del padecimiento, el amor de Marta Nebot (su actual pareja), el proceso creativo de la escritura: “escribiendo soy yo; todavía yo”. “Es tonto: a veces, cuando pienso, cuando escribo, me siento tan vulgarmente poderoso que me parece que todo esto de la enfermedad es una tontería”.
Crónica de sí mismo
El autor no se regodea en el sufrimiento ni la autoconmiseración. Caparrós, como buen cronista, recrea la esencia de los hechos: las caminatas por algún pueblo de Sudamérica, el Caribe, Roma o Nueva York. El olor de las fondas en Pekín. Sus conversaciones con Eduardo Galeano y Juan Rulfo; las enseñanzas periodísticas de Rodolfo Walsh o Tomás Eloy Martínez. Su devoción hacia los libros y la comida, los poemas de Quevedo y el cielo de Madrid. Su admiración hacia Carlos Fuentes y los cuentos de Julio Cortázar. Además, como un buen texto de memorias, el argentino revela más de una confidencia jamás dicha (susceptible de aparecer en cualquier revista de chismes de escritores).
Con las memorias de Caparrós se comprueba que, tal vez, la enfermedad propia puede ser la noticia más importante de la vida. En el libro, cancela las coberturas periodísticas hacia otras ciudades para relatar, sin duda, una noticia que jamás imaginó escribir. Resulta paradójico que uno de los mejores cronistas que ha tenido el periodismo en español de las últimas décadas relate una confidencia propia con el detalle y talento como si fuera una corresponsalía hacia otro país.
En uno de momentos más entrañables del libro reflexiona: “Viajar es una máquina de producir momentos, de producir recuerdos –y que por ese vicio de no dejar que la vida se pase sin nada que anotar intenté viajar lo más posible”. En Antes que nada se lee que para Caparrós los verbos viajar, escribir y vivir son sinónimos existenciales.






