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‘Los impotentes’, una aproximación a la cultura de la cancelación escrita por el ganador del Oscar, Nicolás Giacobone Naturaleza Aristegui

En su nueva novela el escritor argentino invita al lector a cuestionarse sus creencias y a confrontarse con sus prejuicios.

  • Redacción AN / HG
19 Jul, 2024 08:19
‘Los impotentes’, una aproximación a la cultura de la cancelación escrita por el ganador del Oscar, Nicolás Giacobone

Por Héctor González

“No me permito páginas innecesarias por más bonitas que suenen”, afirma Nicolás Giacobone (Buenos Aires, 1975). El guionista y narrador ganador del Oscar por Birdman, la película de Alejandro González Iñárritu publica Los impotentes (Seix Barral), una historia a través de la cual reflexiona sobre la cultura de la cancelación, la soledad, el amor y las relaciones humanas.

La historia nos cuenta la relación entre Pan y Emilia Mayer, una escritora aspirante al Nobel de Literatura. Tras lo que en principio es un episodio de adopción, hay acciones que implican apego, pero también abuso. Cuando los hechos salen a la luz se desata un escándalo que pondrá en entredicho a la renombrada escritora.

“El trabajo del escritor, al menos como yo lo entiendo, consiste en tratar de colocarse en medio para entender y ponerse en los zapatos de los personajes por más que lidien con conflictos atroces”, explica Giacobone en entrevista.

¿Los impotentes siempre fue pensada como una novela o en algún momento la imaginaste como un guion?

Siempre fue una obra literaria. Puedo escribir al mismo tiempo guiones y narraciones, sin embargo, son dos formas distintas de encarar la escritura. El guion es colectivo e implica llegar a acuerdos creativos; la narrativa es lo opuesto, comienzo mis libros sin saber mucho, con alguna línea, voz o situación particular y con el tiempo la historia se va encontrando. La génesis de Los impotentes está en el primer capítulo: un personaje que al llegar a la mitad de su vida siente la necesitaba quitarse de encima el pasado, para conseguirlo genera una táctica extraña de improvisación que por supuesto falla. Más adelante me puse a pensar de qué escapaba, así surgió Emilia y comenzó a destrabarse la historia.

¿A diferencia del cine donde desde el principio se necesita saber el final en la novela ocurre lo contrario?

Así es, recién a la mitad del libro, cuando ya hay mucho desarrollado es cuando se empieza a entender qué es lo que se cuenta y cuál es el conflicto, por eso se regresa continuamente a la obra. Escribir es reescribir y releer, por eso muchas veces el final aparece casi hasta el final.

La novela habla sobre peso del pasado, pero también es provocadora y políticamente incorrecta. ¿Te la planteaste así desde el principio?

No necesariamente, cuando empecé a entender quién era Emilia y que había llegado a Pan de una manera más o menos ilegal, comprendí cómo esa relación madre-hijo se empieza a convertir en una relación casi de pareja. Ahí descubrí elementos más o menos políticamente incorrectos o de perversión. Uno no solo carga con cuestiones propias, sino también del entorno y la situación del mundo, al entenderlo busqué llevarlo hacia un lado que me evitara tomar partido por alguna postura para comprender del todo lo que sucedía, por eso elegí el uso de la tercera persona. El desafío era caminar la novela en ese gris donde había amor y luz, pero también mucha oscuridad. Al principio cometí muchos errores porque terminaba por cargarme hacia uno u otro lado, pero bueno, el trabajo del escritor, al menos como yo lo entiendo, consiste en tratar de colocarse en medio para entender y ponerse en los zapatos de los personajes por más que lidien con conflictos atroces.

Por eso muestras la soledad o la necesidad de compañía en Emilia…

Creo que estos personajes se definen más por sus carencias que por sus virtudes. Todos los seres humanos tenemos algún tipo de carencia, es casi imposible vivir con una sensación de plenitud, me parece que este concepto es más una imposición de libro de autoayuda que producto de la realidad. Generalmente con la compañía del otro buscamos llenar nuestro vacío por eso hay tantas relaciones enfermizas.

Cuando leía tu novela pensaba en la serie Baby reno, que también muestra las dos caras de la moneda.

No he visto la serie, pero me han hablado de ella. A menos que uno sea un genio y de inmediato llegue a la tercera capa de un conflicto, normalmente lo primero que viene es el sentido común y las ideas preconcebidas, no obstante, el trabajo se vuelve realmente interesante cuando dudamos de todo eso.

¿Cambió tu forma de pensar al terminar la novela?

El libro trata de distintas cuestiones, una es la cultura de la cancelación, pero otra es la posible separación del autor y su obra. Me parecía interesante colocarme en el lugar donde se plantean las preguntas, pero no se dan respuestas. Como artista uno tiende a decir que hay que separar la obra del autor y que todo mundo tiene derecho a escribir un libro. Sin embargo, creo que desde mediados del siglo XX hasta ahora, el autor se volvió más grande que la obra; incluso creo que los lectores buscan más escritores que obras por lo mismo la separación es más compleja.

¿Qué autor o director te pone en este conflicto?

En los casos de Flannery O’ Connor o Alice Munro, por más que escribieran ficciones uno entiende que sus opiniones o formas de ver el mundo están ahí. Siempre intento poner de un lado la obra y del otro al autor, pero durante la escritura de Los impotentes entendí que es más complejo de lo que uno cree y que hay personas a las que les cuesta trabajo distinguir. Aún así me parece muy triste perderse de algo, es difícil estar a favor de que HBO quite Lo que el viento se llevó, aunque entiendo que la película se filmó en una época en la que el racismo era normal.

A Emilia tu personaje le quitan los libros de las librerías…

La acusación y la reacción son comprensibles, el extremo de retirar sus libros de las librerías tiene que ver con la época y a una exageración a la que hemos llegado, aunque creo que todo se está acomodando más. Ella se encuentra en una situación extrema porque asume que su nuevo libro, será el mejor y es el que terminará dándole el Premio Nobel, pero sabe también que no lo podrá publicar con su nombre, eso me parece realista y lo entiendo. Si yo fuera el juez de la humanidad dejaría que los libros estuvieran en las tiendas y que la gente decida.

¿Mientras escribías el libro pensabas en la posibilidad de que fuera adaptado al cine?

No, aunque sí creo que de mis novelas es la más adaptable. El cine me ha ayudado a entender el valor de la estructura y de cuestione relacionadas con los modelos de escritura. Gracias a mi trabajo en el cine he trasladado a mi literatura valores como el ritmo, no me permito páginas innecesarias por más bonitas que suenen.

¿Hay plan para adaptarla?

No, todavía es muy pronto. De mis otros libros me han hecho propuestas, pero son primeras personas más desaforadas, entonces hay que reinventarlos. Además, tengo trabajo, el día en que no me llamen más consideraré adaptar alguna de mis novelas, pero este libro lo puedo imaginar más dentro del cine.

 

 

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