“Me gustaría seguir en el FCE, pero tengo que pensar muchas cosas”: Paco Ignacio Taibo II 
El escritor y titular del sello estatal habla de la 4T y de su nuevo libro ‘Los alegres muchachos de la lucha de clases’.
- Redacción AN / HG

Por Héctor González
Con la publicación de Los alegres muchachos de la lucha de clases (Planeta), Paco Ignacio Taibo II (1949) cumple una vieja deuda: hablar de una generación, la suya, aquella que desde la militancia buscó hacer de la izquierda una opción viable. Esta crónica, sostenida estrictamente en la memoria, es y será, asegura su autor, lo más cercano que hará a una autobiografía.
El relato que inicia con su infancia concluye con la llegada al poder de la 4T y su incorporación al Fondo de Cultura Económica, sello que, dice, ha tenido uno de sus mejores años a la par que reconoce que su interés por permanecer en el cargo.
¿Cómo cierra el año el Fondo de Cultura Económica?
Ha sido uno de los mejores años del Fondo: consolidamos la Colección Popular, debajo de los cien pesos en formato chico compite con el resto de la industria a la tercera parte de lo que venden; consolidamos Vientos del pueblo; nos fue bien con los Breviarios y los libros infantiles; mantuvimos el ritmo, unos 450 títulos entre ediciones nuevas y reimpresiones. En materia de fomento a la lectura se creó un movimiento nacional alimentado por los clubes y las salas de lectura, llegaremos a 15 mil clubes a fin de año; hicimos programas especiales para llegar a comunidades, estamos en el sureste, tuvimos una entrada en Hidalgo muy importante, hicimos giras continuas en Veracruz, Sonora y Baja California. Seguimos cargando con que algunas de nuestras librerías son deficitarias, pero no las podemos quitar porque varias son las únicas librerías en algunos municipios.
¿Qué porcentaje de las librerías son subvencionadas?
Treinta por ciento de Educal. En las grandes ferias nacionales nos fue muy bien y cubrimos cien ferias medianas y chicas; en comunicación tenemos cuatro programas de televisión y cinco de radio.
¿Cómo vas a cerrar tu gestión en el FCE?
Estamos llegando al promedio de nuestro arranque en 2019, a pesar de que la Secretaría de Hacienda nos recortó dos veces la subvención estatal. A nivel internacional consolidamos la filial de Chile, la de Colombia va de maravilla, mejoramos la distribución en Centroamérica, estamos saneando la distribuidora que tenemos en la California gringa.
¿Cómo te gustaría dejar el FCE?
Con proyectos nuevos, uno enfocado en comunidades hispanoparlantes en Estados Unidos; impulsar la colección “2024 para el 2024” o “2025 para el 2025”; haciendo una colección latinoamericana; consolidando lo que se logró en política de precios, frenamos la inercia de tener una industria que ofrece libros más caros.
¿Venden más que en 2018?
En número de libros sí, en dinero más o menos porque hemos bajado los precios.
¿Te gustaría continuar en el Fondo?
Es una buena pregunta, pero es pronto para hacerla… Creo que sí, tengo que pensar muchas cosas. Ya no soy el jovencito de 60, soy el ruquito de 70.
¿Lo has platicado con Claudia Sheinbaum?
No, hay que tomárselo con calma. Hay que dejar que Claudia consolide el proyecto electoral.
¿Cómo te ves en su proyecto?
Colaboraré desde la infantería, en cuanto tenga chance empezaré a mitinear.
¿Se vale que un funcionario público en funciones haga campaña?
Lo que haga en sábados y domingos forma parte de mis derechos personales y que mis críticos digan lo que quieran. Mi derecho a escribir o a expresar mi opinión política en mis tiempos libres no me lo recortará nadie. Durante mi gestión en el FCE hemos sufrido una de las críticas más mensas del planeta y menos fundamentadas, yo me divierto mucho porque como no tengo pelos en la lengua respondo.
¿A qué hora escribes?
En las noches, muy noche, once o doce.
¿Necesitabas que la izquierda ganara unas elecciones para escribir Los alegres muchachos de la lucha de clases?
O que perdiera, no pasa nada, es un libro que registra victorias y derrotas, pero sobre todo la tenacidad de una generación.
Pero el libro tiene final feliz…
Es verdad, no lo pensé así. Quería contar la historia de un niño que fue de izquierda a los cinco años y lo siguió siendo ya entrados en los setenta, así como la historia de una generación. No quería un libro autobiográfico, por eso hay anécdotas de una generación con todo y sus tránsfugas y traidores, con sus muertos y desaparecidos.
En ese lapso la izquierda ha cambiado.
Sí, pero yo no. Sigo siendo de una izquierda antiautoritaria, muy de espectro amplio y nutrida por variantes de izquierda como la anarquista de Magón, en el libro está mi mentalidad franciscana y el guevarismo.
¿No hay desencanto cuando ves la forma en que terminó el socialismo?
No, fui evolucionando. En los sesenta sabíamos que había que irnos hacia el movimiento social y no quedarnos en los aparatos partidarios. Desde el 68 rompimos con el estalinismo y la hipocresía de una izquierda que no era social. No puede haber socialismo sin democracia popular, a lo mejor me he vuelto más social demócrata de lo que era.
¿Qué piensas de Cuba y Nicaragua?
Lo de Nicaragua ha sido una puñalada y Cuba está en una situación hipercrítca que veo con tristeza. Intentamos echar una mano, por eso creamos una librería en La Habana a la que le va muy bien. Me tocó la crítica enfurecida contra la descomposición del socialismo en Nicaragua, pero también el ascenso de Allende en Chile y ver lo que construyó en el poco tiempo que fue presidente.
¿Usaste diarios, viejas notas para la escritura del libro?
No, use mi mala memoria. No quise consultar a nadie porque sino el libro tendría más de dos mil páginas. A lo más consultaba con Paloma, mi pareja o con mi hija Marina, quien tiene una extraordinaria memoria para las fechas. Tardé siente años en escribirlo, tenía problemas porque no quería que fuera autobiográfico sino generacional. En la revisión estuve a punto de rajarme y echarme para atrás.
¿Por qué?
No sabía si conseguiría la lectura que me interesaba. Quiero que sea leído por tres tipos de lectores: uno de mi generación, otro de una generación más joven para que comparara su pasado y un lector de veinte años para que descubra de donde viene lo que hoy vemos. Mientras lo revisaba, en mayo o junio de este año, dude mucho.
Es lo más cercano a una autobiografía que has escrito…
Sí, no sé cómo le estará yendo.
¿Te interesa cómo les va a tus libros?
Sí, siento curiosidad. Me impresiona que Patria llegue a un millón de ejemplares entre los tres temas.
Tal vez los anti 4T no le entrarán a este libro.
A estas alturas como escritor me preocupa menos darme un frentazo.
¿Después de esta obra te quedo la cosquilla de escribir memorias?
No, para nada, no volveré a estos temas. Mis nuevos proyectos van por otro lado. Estoy escribiendo una nueva entrega de la serie de Olguita, se llama Lo juro por el osito Bimbo y la Virgen de Guadalupe; trabajo en una novela histórica que sucede en la España de la Reconquista; y preparo los materiales para una novela de aventuras larga.
¿Al escribir esta crónica hiciste un ejercicio de autocrítica?
No podía recordar aquel pasado con los ojos de hoy, era necesario un equilibrio justo. La autocrítica no se procesa del presente hacia el pasado, sino a lo largo de muchos años. Hoy sigo en conflicto con una 4T que en términos partidarios ha olvidado a los movimientos campesino y sindical, ha dejado de lado la lucha social para que sea el aparato de Estado quien resuelva; sigo siendo crítico de los sapos que inundan Morena, lo digo en voz alta y a cada rato.
¿A qué sapos te refieres?
A advenedizos atraídos por el poder y no por las ideas.
¿Te refieres a gente como Eruviel Ávila o a Murat?
Para qué quieres que haga catálogo.
¿Por qué los aceptan?
Porque la composición para crear el frente electoral que llevó a Andrés Manuel a ganar las elecciones tenía que ser tan amplio como para romper el fraude.
¿Todavía es necesario?
Yo digo que ya no, creo que la 4T tiene un poder social tan potente que podría prescindir de un montón de sapos, pero a mí no me echen los muertos de otros. Yo sonrío en unos casos y no sonrío en otros.
¿Sonreíste con la incorporación de Eruviel y Murat?
Observé, digamos. Me gustó que Claudia dijera que vienen a apoyar electoralmente, pero sin ofrecimiento de cargos.
Bueno…
Así hay que decirlo, hay que darle tiempo. Claudia tiene el poder, la fuerza y la energía para construir uno gobierno, pero eso lo veremos en siete meses.







