“En algún momento me sentí como un escritor que no había sido publicado en su propia lengua”: Damián Ortega |Video 
El MARCO abre la primera gran exposición del artista mexicano en nuestro país.
- Redacción AN / HG

Por Héctor González
Treinta años después de iniciar su carrera en el arte contemporáneo, Damián Ortega (Ciudad de México, 1967) por fin tiene una gran exposición en México y la sede es el Museo de Arte Contemporáneo de Monterrey (MARCO).
Con la curaduría de José Esparza Chong Cuy, Damián Ortega: Pico y elote, es una muestra que trae por primera vez al país piezas como “Cosmic thing”, un vocho deconstruido y sostenido en el aire. Inscrito dentro de la generación de Abraham Cruzvillegas o Gabriel Orozco, Ortega ha expuesto en la Tate Modern de Londres, en el Instituto de Arte Contemporáneo de Boston, en el Centro Pompidou o en el Museo Metropolitano de Arte en Nueva York.
El recorrido propone una revisión a través de las rutas por las que circula el trabajo del artista, incluyendo su faceta como editor con el sello Alias.
Ganador del Zurich Art Prize 2023, Damián Ortega habla de su trabajo y su forma de entender el arte contemporáneo.
¿A qué atribuyes que no se hubiera hecho una exposición de estas dimensiones en México sobre tu trabajo?
Llevo poco más de 25 años trabajando en esto y muchas obras no se habían visto en México hasta ahora que Taiyana Pimentel, directora del museo, tuvo la iniciativa y me hizo la invitación. Desde hace mucho tenía ganas de traer mi trabajo a México.
¿Por qué antes no se había hecho?
Es una pregunta que me he hecho y me han hecho muchas veces, pareciera que el proceso natural es que alguien estudie, trabaje su obra y la presente en sus museos, sin embargo, no hay esa mecánica. En mi caso tuve que salir porque afuera encontré el caudal de para realizar exposiciones y tener un espacio de profesionalización. Viajé y mí trabajo se quedó disperso en varias partes del mundo. Suena pretencioso, pero es que realmente había cosas en Brasil, Alemania o Estados Unidos. Juntarlas dependía de una voluntad política y económica de los museos, cosa que no se había dado.
¿Esto habla de una complicada relación entre museos, galeristas o curadores, con el arte contemporáneo?
Sí, ha sido complicada, emocionante y muy genuina. El arte, como yo lo entiendo, es un reflejo del individuo en su momento. En el país incorporamos materiales, técnicas y formas de estructurar el trabajo. En algún momento me sentí como un escritor que no había sido publicado en su propia lengua, por eso me parece importante venir y dejar que sea el espectador quien tome la decisión de si el arte es arrogante, pretencioso, divertido o bueno.
Tu empezaste como caricaturista política y el humor, en ocasiones político, se mantiene en tu trabajo.
La política se da de manera tangencial. No siempre tengo que hablar de un tema en específico, a veces un material se puede interpretar socialmente. El humor es una forma de trabajar y analizar algo. Siempre parto de una posición donde intento aprender o disfrutar, no busco catequizar a nadie, en mi caso todo nace de una experiencia personal.
La exposición está articulada en distintos grupos que van de la herramienta al maíz.
Me gusta la audacia de dividirla en grupos y la lectura que le dio José Esparza. Por un lado, está el espacio técnico, vinculado con las herramientas y el lenguaje; por otro, el mundo orgánico donde vemos al maíz cuya presencia es tanto mitológico como política. En la lectura de la exposición está la narrativa de cómo el progreso se empieza a salir de control para convertirse en una masa consumidora en sí misma.
En la muestra hay piezas relacionadas con una experiencia personal, ¿qué tanto dialogas a través del arte con tu vida?
Muchas veces uno puede aspirar a algo y no lo consigues, y en otras ocasiones no lo buscas y aparece. Cuando era bastante joven separé una linterna de mi papá y la extendí en mi departamento, ya viviendo solo. Años después hice la pieza del Volkswagen, pero su antecedente es la linterna. Hace tiempo me invitaron a exponer al Museo Freud, en Londres y decidí llevar la linterna, por supuesto la lectura de todos era psicoanalítica y apuntaba a la deconstrucción del padre. A fin de cuentas, las interpretaciones son interesantes y aportan elementos a la imaginación.
¿Cómo es tu relación con lo material y los objetos?
Muchas veces es la cotidianidad lo que te llama. Me gusta encontrar cosas, desde algo industrializado hasta algo orgánico, tengo mil cosas inservibles. Durante mucho tiempo fui a tiraderos para buscar fierros, tengo amigos me llaman para ver si me interesa algo antes de tirarlo. A veces le compró al carro de fierro viejo. Uno va viendo lo que necesita e investigar ese proceso es interesante.
En el recorrido hay un apartado donde aludes a botellas de Coca Cola con elementos prehispánicos, esa es una de las piezas más polémicas de la exposición. ¿Cuál es el sentido de hacerlo?
Ahí hay un aspecto lúdico, tiene que ver con la caricatura. Me gusta la ironía para hablar de un problema. De alguna manera la Coca Cola forma parte de nuestra identidad en tanto que es parte de un consumo masivo. Quería hacer una investigación y reflexión al respecto, por eso me gustaba jugar en ese sentido a partir de una teoría inventada.
¿Te interesa el arte subversivo?
Sí, me gusta cuando el arte genera una discusión o polémica. Lo que piensa una persona sobre una propuesta es parte de la obra y tiene que ver con su logro.
Eres parte de un grupo o generación de artistas que han obtenido un reconocimiento considerable en el extranjero y que apostaron por la instalación dentro del arte contemporáneo y no por la plástica.
Sí hubo un cambio, sin embargo, no es un arte conceptual como el norteamericano o el europeo. Me parece que tiene una identidad y unas características muy propias, esa es una gran virtud porque hemos empezado a generar un lenguaje. Espero que esto sea entendido como un arte mexicano también.
¿Cuáles serían las características de este arte?
Hay conceptualización política sobre qué es un producto y qué significa socialmente como material. También hay un juego crítico con la factura de la obra. Cuando empezamos hablábamos de que a México se le identificaba como un productor de artesanía y mano de obra, entonces empezaba el TLC. Nos preguntábamos si el arte estaba en continuar la tradición o en romper y crear algo nuevo que fuera contrario a la folclorización o el turismo.
¿Consiguieron lo que buscaban?
No lo sé, es muy pronto para saberlo, pero ha habido una atención a lo que está pasando. Nos han invitado a salir y exponer. Las obras empiezan a estar en museos internacionales y a tener un respeto.
En la exposición está presente tu faceta como editor con el sello Alias. ¿Qué tipo de tu brazo son las publicaciones dentro de tu trabajo?
Ha sido un proceso muy azaroso y afortunado. Estudié la primaria en una escuela muy radical donde no había clases de inglés por una cuestión anticolonialista, más adelante cuando comencé a salir tuve la necesidad de aprender el idioma para leer libros. Pedí a amigos que me ayudaran a traducir cosas y de ahí nace la editorial. No había gran presión porque publicaba lo que necesitaba y entendía. Los lectores han ido creciendo, de modo que ha sido algo muy genuino a partir de cubrir una necesidad individual.
¿Qué escuela era?
Una escuela muy lorenza y radical, sellaba Kairós. La formaron científicos y artistas que quisieron hacer un modelo alternativo de educación donde había muchos talleres. Duró pocos años, pero creo que dio para que saliera una generación bastante excéntrica, divertida, con mucha imaginación y crisis de pertenencia social. Fue un experimento que agradezco mucho.
¿Qué significa para ti ser radical?
Entiendo lo radical como una necesidad de no consentir algo que no es tolerable; aunque también representa un gran peligro porque puede implicar cerrar las puertas de un diálogo o conciliación.
¿Vivimos tiempos radicalizados en México?
Sí, se ha hecho una polémica tan aguda y extrema que a veces es difícil entender qué es real y qué no. Todo acaba siendo una defensa política al punto de que el grado de credibilidad de cualquier información es muy relativa.
¿Cómo entiendes la imaginación?
La imaginación es la salvación porque ante posturas opuestas, es lo que nos permite buscar alternativas, juegos o formas de evadir algo, te permite encontrar soluciones.






