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‘Busco que mis novelas golpeen duro y en la cara’: Fernanda Melchor |Video Naturaleza Aristegui

La escritora veracruzana reconoce en la literatura una forma de participar en la conversación pública.

  • Redacción AN / HG
28 Feb, 2021 05:41
‘Busco que mis novelas golpeen duro y en la cara’: Fernanda Melchor |Video
(Maj Lindström).

Por Héctor González

Una de las novelas más esperadas del año, al menos en México, es Páradais  (Literatura Random House), de Fernanda Melchor (1982). Después de ganar los premios Internacional de Literatura que entrega la Casa de las Culturas del Mundo, el alemán Anna Seghers, y de ser finalista del Internacional Booker Award, todos por Temporada de huracanes, la escritora jarocha no niega que ante su nueva obra sintió “el rigor de la presión”.

A través de la historia de dos jóvenes, la narradora reincide en el tema de la violencia, solo que ahora lo hace desde una perspectiva más intimista. Por medio de sus personajes más allá de acusar fenómenos concretos y evidentes como la cosificación de la mujer, merodea los alcances obsesivos que puede alcanzar el deseo y en particular los resortes que pueden provocar que un ser humano cometa algo atroz.

¿Después de los reconocimientos por Temporada de huracanes sentiste algún tipo de presión al momento de escribir Páradais?

La verdad sí sentí el rigor de la presión de quienes esperan algo de ti. Cuando escribí Temporada de huracanes nadie me conocía así que tuve total libertad de lenguaje, forma y tema. Afortunadamente le fue muy bien, pero cada novela implica una nueva exploración y exige cosas distintas. Cuando terminé Falsa liebre, mi primera novela, pensé que la siguiente sería más fácil, pero no. Páradais me exigió acallar el ruido de alrededor para concentrarme en lo que quería contar.

¿Cómo se acalla el reconocimiento?

El éxito literario es relativo y pequeño. Vivimos en un país con niveles de lectura bajos y la venta de libros está dominada por la superación personal o historias más comerciales. Para acallar el ruido me alejé de las redes sociales. Creo que los seres humanos no estamos hechos para tener tantos “amigos” por usar el lenguaje de redes. De nada sirve que a tu alrededor haya silencio si no lo hay dentro de ti. La pandemia en ese sentido me ayudó. Incluso durante dos meses dejé de ver noticias. Solo así pude terminar Páradais.

Tu obsesión por la violencia se mantiene, pero ahora sumas una posición frontal ante  la cosificación de la mujer.

El movimiento feminista viene creciendo desde hace varios años, como también su demanda al cese de impunidad y los feminicidios. La violencia siempre me ha atraído. Primero hacia la mujer porque la he vivido en carne propia, pero también en general. Tal vez por eso ahora quise profundizar en el punto de vista de los agresores. Así como todos podemos ser víctimas, también podemos ser victimarios. Más allá de géneros me llama la atención la forma en que una obsesión nos puede llevar a cometer un hecho tan despiadado. Entre todos los seres vivientes solo los humanos somos capaces de ejercer conscientemente la crueldad. ¿Por qué maltratamos a la gente que queremos? ¿Por qué somos tan crueles con nosotros mismos? ¿Por qué disfrazamos o justificamos nuestros motivos? Este tipo de preguntas me obsesionan. Un agresor o criminal no nace, se hace. La vida y las circunstancias nos llevan hacia un lado. Es verdad que al final es una cuestión de libre albedrío, pero también influye la familia en la que hemos crecido y otras circunstancias que a veces no tomamos en cuenta por pensar que la maldad es algo heredado o divino.

Polo, uno de tus protagonistas, se justifica diciendo: solo quería ser libre y escapar. ¿No hay en esta justificación algo del confort que produce la victimización?

Sí, a nadie le gusta ser víctima y es verdad que puede ser una forma de esquivar responsabilidades. Sin embargo, hay distintos tipos de víctimas. Hablar en abstracto me cuesta trabajo por eso lo hago a través de mis libros, es mi manera de decir las cosas. Soy periodista de formación y sin duda mis novelas están ancladas en la realidad, pero también hay una exploración personal que es más difícil de explicar. A veces cuando me preguntan sobre mi insistencia en la violencia, me dan ganas de responder: ‘porque soy morbosa, wey’. Para mi es una necesidad, una forma de entender el sitio desde donde hablo.

Un sitio en el que Veracruz es el centro…

Somos cuerpos anclados a un territorio. Llevo ocho años sin vivir en Veracruz, pero lo tengo metido en la piel. Mucho de lo que sucede en Páradais está inspirado ahí. Lo que cuento sobre Puerto Progreso, ha sucedido en cientos de localidades tomadas por el narco. Por ahí han pasado El Cartel del Golfo, Los Zetas, el Cartel Jalisco Nueva Generación. Ahí está la inmensa cantidad de fosas clandestinas y los grupos de madres escarbando la tierra con sus propias manos. Para mí, las novelas son una forma de participar en la conversación pública e indagar cómo procesamos todo esto.

Sin embargo, creo que ahora hay una exploración más íntima respecto a la violencia.

Tienes razón. No es mi intención ser una escritora repetitiva, sin embargo, creo que quienes escribimos tendemos a hacerlo. De aquello que nos interesa siempre quedan zonas o rincones sin explorar. En Temporada de huracanes me concentré en comprender qué lleva a una persona a cometer un crimen; Páradais es resultado de profundizar en ciertas zonas crepusculares. ¿Cómo pasamos de fantasear en hacer algo a realmente hacerlo? ¿Cómo decidimos dejarnos llevar por el deseo y cometer algo atroz? Nunca he cometido un crimen, pero sí reconozco que, así como he sido sujeto de violencia también la he ejercido.

Y hay una cuestión con el deseo y la inmediatez o facilidad para conseguirlo.

Si bien en Páradais la presencia de redes sociales no es muy clara, sí notas enseguida la individualidad extrema que se promueve ahora independientemente de la pandemia. Es verdad que ahora estamos más aislados, pero ya veníamos dentro de una inercia en la que el mismo mundo nos orilla a valernos por nosotros mismos. El tejido comunitario se ha degradado, las familias están rotas y cada integrante prácticamente vela por sí mismo. Al final mis personajes están muy solos. Toman la decisión de hacer algo espantoso, pero podemos entender de dónde viene tanta furia. Escribí la novela no para justificar, pero sí para comprender. En la universidad me impresionó mucho la lectura de A sangre fría, de Truman Capote. Creo que ahí está lo mejor que nos puede dar la literatura respecto a este tipo de exploraciones. El papel de la literatura, me parece, es dimensionar el pasado de una persona sin dejar de reconocer que puede cometer hechos terribles.

En varios puntos tu novela conecta con Ladrilleros, de la argentina Selva Almada. Menciono dos: la inmersión de la mentalidad masculina y el respeto al lenguaje local.

¡Qué maravillosa novela! La acabo de leer. Me identifico mucho en su interés por ahondar en la masculinidad con ganas de entender. Por otro lado, es verdad que en términos de lenguaje ambas trabajamos la localía. Mis novelas son muy mexicanas, pero también busco que sean muy jarochas y en Páradais asumí un riesgo mayor en este sentido.

¿Al explorar la masculinidad hay un interés por confrontar a tus lectores hombres?

Me interesa confrontar a todos los lectores. Me gusta la literatura que deja marca y no nos deja indiferentes. Busco que mis novelas golpeen duro y en la cara; que produzcan emociones y autorreflexión. Todos hemos podido ser víctimas y a la vez promover la violencia. Es difícil ser mujer en México, pero al mismo tiempo me interesa hablar de cómo las mujeres somos victimarias a través de otras formas de violencias y en otra escala. En un futuro seguramente abordaré el tema, hasta ahora no he podido. Siempre es más fácil ver el mal en los otros que en uno mismo.

¿Qué piensas de la relación entre el feminismo y el gobierno federal?

Soy una de las decepcionadas por la reacción del presidente. Pedir que una candidatura sea echada bajo tierra a causa del señalamiento de la autoridad es pedir lo imposible en un país como éste. Respeto la presunción de inocencia y que los políticos no tienen porqué ser perfectos, pero ante un señalamiento así y que no se le preste la atención debida me parece decepcionante y encabronante cómo mujer.

 

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