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Xandu’, el reencuentro de los binnizá con sus muertos que se celebra el 30 y el 31 en Oaxaca

Señalaron que por lo caro de la tradición, muchas familias optaron por no realizarlo, o bien, esa misma alza de precios, podría ocasionar que años posteriores ya no lo realicen.

  • Redacción AN/ SBH
30 Oct, 2023 16:31
Xandu’, el reencuentro de los binnizá con sus muertos que se celebra el 30 y el 31 en Oaxaca

Por Diana Manzo.

Juchitán, Oaxaca – El aroma a copal, el de las flores de cempasúchil y cresta de gallo, así como de las frutas, tamales, panes y comida tradicional son las ofrendas que los binnizá – zapotecas- ofrecen a sus muertos en la celebración del Xandu’ o Día de muertos en Juchitán.

En este municipio del sur de México, la convivencia con sus muertos es el 30 y 31 de Octubre y no en 1 y 2 de noviembre como en otros pueblos de México.

En Juchitán, las familias que viven en la zona sur elaboran el tradicional biguie’ o biye’ o altares de 7 pisos este 30 de octubre, mientras que los de la zona norte lo hacen el 31 de octubre.

Foto: Diana Manzo.

En la casa de Roselia Carrasco Martínez, ubicada en la novena sección, su esposo Félix Carballo Blas, sus hijas, cuñadas y nietas le ofrecieron un biguie’ donde colocaron su comida favorita – pescado asado sierra con ensalada- y sus bebidas favoritas.

“Ya sentimos la presencia de mi esposa, ella murió el 23 de diciembre del año pasado, y acá se tiene la costumbre, que sí ya pasaron cuatro meses de su fallecimiento, se le dedica esta ofrenda, la cual elaboramos con mucho cariño para ella”, expresó su esposo Félix.

En la entrada de su vivienda, un arco de palma de coco adornada con frutas y flores da la bienvenida a los visitantes, quienes la recuerdan como una mujer alegre y feliz, además de amorosa.

Los visitantes traen flores y velas, y además dan apoyo económico -limosna- que es la tradición y a cambio recibes pan y tamales.

Foto: Diana Manzo.

 

El tequio, la hermandad y la colectividad

Las ofrendas son monumentales, se adornan días antes. Esta celebración de convivir con los muertos no es reciente sino ancestral y consiste en esperar a los fieles difuntos con alegría, inclusive hay familias que contratan tríos, música de banda y tradicional para amenizar el velorio que se realiza por la noche.

Para elaborar el biguie’ o biye’ y el altar se requiere de ayuda, y es donde las vecinas, familias y conocidos brindan el “tequio”, que es una ayuda sin pago ni remuneración.

Aunque la tarea fuerte comienza el 30 o 31 por la mañana, nueve días antes, al comenzar los rosarios, las vecinas se acercan a ayudar, y son ellas mismas las que elaborará las ofrendas en colectivo.

Este acto de cariño y ayuda se refuerza con la hermandad, pues un abrazo de saludo y despedida refuerza el duelo de los familiares.

En la octava sección Cheguigo, Maribel Terán Villalobos recuerda con mucho sentimiento a su madre Rosa Villalobos conocida como “Rosa Chiza”, su consuelo es que ya sintió su presencia y que vendrá a disfrutar su café con pan y sus comidas favoritas.

Maribel y su familia le dedicaron a su madre Rosa Chiza una ofrenda de tipo altar, de 7 pisos y en la cual adornaron con flores, velas, frutas y alimentos.

Vestida de enagua y huipil explicó que el altar significa los 7 pasos para llegar a la gloria, y además recalcó la importancia de conservar esta tradición zapoteca, porque es una forma de reunirse con sus seres queridos.

Foto: Diana Manzo.

30 a 40 mil pesos cuesta conservar esta tradición

Aunque para las familias no importa la cantidad dinero o el gasto que representa la tradición, lo cierto es que al entrevistarlos cuentan que invierten entre 30 y 40 mil pesos.

La falta de lluvia en los campos ocasionó la sequía, provocando que no hubiera suficiente producción de hojas de tamal, flores y frutas.

“Nosotros pensábamos que íbamos a comprar las cajas de frutas, y no, fue por kilogramo y nos salió muy caro. La mandarina y la lima costaron a 5 por 20 pesos. Mientras que la hoja de plátano que se usa para elaborar los tamales costó a mil 700 el tercio, cuando el año pasado su precio fue mil pesos”, explicó Macrina Carballo Blas.

Muchas familias optaron por elaborar tamales de hoja de todo ixtle, en lugar de hojas de tamal, con tal de no perder la tradición, pues a las visitas y familia se le comparten tamales, pan y bebidas.

Señalaron que por lo caro de la tradición, muchas familias optaron por no realizarlo, o bien, esa misma alza de precios, podría ocasionar que años posteriores ya no lo realicen.

 

Piye’ O Biguie’ yaa (Ofrenda de purificación)

Para el profesor Tomás Chiñas Santiago, cronista comunitario de Juchitán, los pennequeche o binniguidxi, base social de los zapotecas antiguos, celebraban a sus muertos el 25 de octubre, al finalizar su calendario religioso o lunar, llamado Piye’ o Biguie’.

“En esta celebración, la ofrenda consistía en un retablo indígena llamado Bedxe’ o Jaguar, que representa al plano terrenal, destacando que, en su parte septentrional, se colocaba una cruz indígena denominada Ique bedxe’, que simbolizaba los cinco puntos cardinales definidos por los pueblos originarios: norte, sur, este, oeste y centro; a partir de la conquista espiritual, se confundió con la cruz católica que, muchos suponían, fue colocada como muestra de supremacía de la nueva religión”, enfatiza.

El profesor es uno de los ciudadanos que más conoce sobre esta tradicional ofrenda milenaria de los zapotecas, y el cual año con año recorre cada uno de los altares o biguie’.

Explica que los pueblos primigenios de Mesoamérica concebían al universo en 3 planos: el terrenal; el celestial, dividido en 13 cielos, que culminaba en el Omeyocán, destino de los guerreros mexicas que morían en combate y de las mujeres muertas en el primer parto; y su contraparte, el inframundo o Mictlán, de nueve niveles descendientes, destino de quienes se morían de muerte natural, simbolizado en el plano terrenal como el sepulcro, cuya profundidad es de nueve medidas o cuartas, GA’ BIA’ en lengua zapoteca, que equivale al infierno en la concepción católica.

“La celebración se efectuaba en sus casas, porque sepultaban a sus muertos en el patio de la choza donde residía la familia. Los panteones o Yoo Ba’, eran recintos sagrados destinados únicamente a los dioses, sacerdotes y a la clase dominante. Mitla es una muestra del Yoo Ba’ zapoteca”, recalca.

Además de que las ofrendas se realizaban cuatro años consecutivos al fallecimiento, porque formaban parte del duelo solar de cuatro años; eran similares a las del día del entierro y duraban 4 días.

Dijo que a partir del sincretismo religioso que surge a partir de la conquista espiritual, la ofrenda se elabora de dos tipos, por un lado, se preserva el retablo indígena, conocido como Bedxe’ o Jaguar, cuyo ritual, presenta elementos del catolicismo, como los rezos; y, por otro lado, se utiliza la ofrenda piramidal de siete niveles ascendentes, impuesta por los evangelizadores católicos y que es reminiscencia de los escalones que la clase dominante mandaba colocar en los templos católicos, en la época colonial, para que sus almas llegaran al Cielo.

Finalmente recalca que bajo estos conceptos de la muerte, los binniza contemporáneos, enalteciendo la tradición indígena, efectúan esta celebración los días 30 y 31 de octubre de cada año, apegándose a la fecha del calendario religioso Piy’e o Biguie’; y se realiza en la casa donde vivió el ser finado y no en el panteón, como lo impuso la iglesia católica.

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